Hoy también amanecí.
Eso, a mi edad, ya es un acontecimiento. El techo es el mismo, blanco y mudo. Los ruidos del pasillo son los mismos: pasos que nunca vienen por mí. En la mesita tengo un cuaderno. Es mi único visitante.
Escribo cartas que nunca enviaré. A mi hija, a mis nietos. Les cuento que los extraño, aunque ya no me recuerden. Que sueño con ellos aunque no me nombren. Que sigo aquí, como un libro cerrado que nadie vuelve a abrir.
Hoy no vino nadie. Ayer tampoco. Hace semanas que no escucho mi nombre pronunciado con cariño. Los enfermeros me llaman "el señor del cuarto 3". Antes tenía un nombre. Una familia.
Anoche soñé que tocaban a la puerta. Me levanté con esfuerzo, el corazón corriendo como si fuera joven otra vez. Pero no había nadie. Solo el viento.
Creo que pronto dejaré de escribir. Ya no quedan muchas páginas… ni muchas mañanas.
Si alguien encuentra este cuaderno algún día, tal vez sepa que estuve aquí. Que quise. Que esperé.
Que me dolió tanto ser olvidado.
© Tony Capel Riera
(Inspirado en un músico amigo en un asilo)